Unas veces se gana y otras se aprende

Unas veces se gana y otras se aprende

Hace unos años ocupé mi primer cargo de responsabilidad y ya para entonces deboraba lecturas en torno al liderazgo. Este campo siempre me atrayó y recuerdo que en una libreta anotaba aquellos consejos y estrategias que podían ayudarme en la cohesión de equipos de trabajo. Por supuesto que no siempre las estrategias empleadas daban resultado y durante el proceso era necesario reajustar y volver a alinear, pero nunca como opción escogí lanzar la toalla. 

En una de tantas lecturas, descubrí a John C. Maxwell, uno de los gurús del liderazgo. Él inmortalizó la frase con la que abro este artículo: "Unas veces se gana y otras se aprende". Recuerdo que en su momento me impactó, porque para entonces, joven entonces, yo era de las personas que ante una derrota, abandonaba y me perseguía la sensación de fracaso y remordimiento, y casi siempre culpabilizando a los demás. Leer esa frase me cambió, cambió mi actitud ante la vida, a encararla a afrontar los errores y a aprender de ellos para acabar sacando la mejor versión.

Seguro que en vuestro entorno laboral habéis conocido a personas que ante nuevos retos que se les proponía, se han escondido, han preferido rechazarlos por miedo, por egoísmo, por no tener suficiente autoestima. También habréis conocido personas que ante los retos se crecen, los encaran, aprenden durante el proceso y si finalmente no acaba como era esperado, la sensación de triunfo siempre está. Porque siempre se llevan algo. Han aprendido y este aprendizaje lo utilizarán para mejorar. Esta es la actitud y ésta és con la que yo me identifico.

Las derrotas sólo existen si quieres. Aprovecha ese final no deseado para aprender y para enriquecerte. No existe ni una sola persona que a lo largo de su vida no haya experimentado la derrota. ¿Qué sería de los grandes descubrimientos para la humanidad y de las marcas personales en el ámbito deportivo?

Pero no cabe duda que cuando se acepta un reto que nos hace salir de nuestra zona de confort, que nos lleva al límite de nuestra capacidad, que nos supone un sacrificio en nuestro entorno personal y familiar y que al final se traduce en éxito, el sabor que se experimenta es máximo. El sabor del triunfo se mide según la dificultad que ha implicado el recorrido hasta llegar a él.

¿Cuántas personas conocéis a vustro alrededor triunfadoras? Y no me refiero a estar en un nivel económico altísimo ni ocupar un supercargo en el trabajo. En la vida se puede triunfar por pequeñas cosas. ¿Cuál es la actitud de estas personas triunfadoras, las que consiguen las metas que se proponen? Pensar en algunas de ellas. ¿Tiran la toalla antes las adversidades o tienen una actitud positiva de la vida? Ésta es la mentalidad de la persona triunfadora, de la persona que encara los retos y que aprende de ellos aunque el resultado final no haya sido el esperado. La persona triunfadora nunca se esconde. La palabra derrota nunca existe para ellas. De hecho, creo que esta palabra debería estar desterrada en los diccionarios. 

En el día a día de mi faceta educativa, algunos de mis alumnos, ante sus "errores" suelen decir "no me ha salido bien, no lo sé hacer..." Siempre les hago la misma reflexión: "Estás aprendiendo y el hecho de equivocarte te ayudará a hacerlo bien". A los más mayores incluso les presento la frase que para mí es un lema de vida.

Muy bien Susanna, pero el artículo de hoy ¿qué tiene que ver con un blog de cosmética? Amigas..., muchísimo. Mente y cuerpo van de la mano. Si bien los productos de cuidado de la piel y una rutina adecuada son esenciales, a menudo subestimamos el papel que desempeña nuestra actitud hacia la vida en la salud de nuestra piel. ¿Crees que porque inviertas una fortuna en cosmética tu aspecto cambiará si de por sí te muestras como una persona infeliz, insatisfecha y derrotada?

El estrés y la infelicidad desencadena la liberación de hormonas como el cortisol, que puede provocar inflamación en la piel, acné y otros problemas cutáneos. Mantener una actitud positiva en la vida y aprender a gestionar el estrés de manera efectiva puede reducir estos efectos negativos y promover una piel más saludable.

Una actitud positiva en la vida está relacionada con un mejor sueño. El sueño de calidad es esencial para la regeneración de la piel y la producción de colágeno, que mantiene la piel firme y joven. Cuando estamos relajados y contentos, es más probable que tengamos un sueño reparador, lo que se traduce en una piel más radiante y rejuvenecida.

Una actitud positiva se asocia con la toma de decisiones más saludables en la vida. Tomar una decisión en caliente o con rencor siempre es un error, y siempre se paga caro. Aquellos que valoran su bienestar general son menos propensos a fumar o beber en exceso. La adopción de hábitos más saludables tiene un impacto directo en la salud y el aspecto de la piel.

La positividad irradia belleza desde adentro hacia afuera. Cuando nos sentimos bien con nosotras mismas y con la vida en general, nuestra piel refleja ese brillo interior. Una actitud positiva puede hacer que nuestra piel luzca más luminosa y saludable, independientemente de los productos que usemos. 

Así que, ¡sonríe y cuida tanto de tu mente como de tu piel para una vida más saludable y feliz!


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